Hoy os traigo un libro y un
protagonista poco conocidos en España pero, sin embargo, muy
queridos en América, donde ambos nacieron.
Walter R. Brooks es uno de esos
autores de principios del S.XX que se molestaron en escribir
historias para niños y lo hicieron tratándoles como lo que eran,
lectores inteligentes, con mucho que aprender, vivir y disfrutar. Por
eso las aventuras de Freddy, a pesar de los años, están llenas de
frescura e ironía.
En el libro en el que yo he
descubierto a este cerdito encantador (y un poco presuntuoso) y a sus
amigos, ya habían vivido muchas aventuras interesantes que se
mencionan y que me hacen pensar que voy a tener que rebuscar en
librerías y bibliotecas para conocerlas, pero no por ello, las que
se narran aquí son menos interesantes o divertidas.
Freddy vive en la granja del señor y
la señora Bean, es un cerdo muy listo y avispado y ha decidido
aprovechar esas cualidades para convertirse en detective. No en vano,
se ha leído todos los casos del gran Sherlock Holmes y ha aprendido
muchos de sus trucos y métodos. Por suerte, además, Freddy es
querido y respetado por todos los animales de la granja así que
pronto tendrá mil y un casos que resolver.
A veces, cuando un libro me parece
bueno, no sé cómo hablaros de él para explicaros por qué me ha
parecido tan genial. Soy consciente de que, con mis 33 años recién
cumplidos, no puedo leer los libros como un niño de 8, o por lo
menos, no exactamente igual. Pero sí puedo recordar mis lecturas y
también observar lo que les gusta a los niños que tengo a mi
alrededor. Y con estos datos, algunos otros y un poquito de
intuición, procuro enfrentarme a los libros infantiles y juveniles
que tengo la suerte de descubrir.
Es este caso, estoy completamente
segura de que yo me lo habría pasado pipa si llego a conocer a
Freddy cuando era pequeña. Es más, sé que también mi hermana
pequeña, Blanca, lo habría disfrutado tremendamente. Como lo
rescaté hace poco de la estantería, no conozco a muchos niños que
lo hayan leído, pero creo que es una historia estupenda por muchas
razones.
Además de ser divertida y ocurrente,
está bien ambientada. Nos resulta fácil pasear por la granja de los
señores Bean, entrar en el establo y hacernos una idea de cómo es
la vida allí. Esto hace el libro acogedor, ¿a quién no le gusta
pasear por el campo?
Otra de las cosas que me ha gustado es
que, aunque tenemos un caso un poco más importante, a lo largo del
relato se suceden pequeños misterios que se resuelven con relativa
facilidad y que hacen que el libro no se haga pesado.
Por otro lado, Brooks no necesitaba
preocuparse, como sucede hoy en día, por lo políticamente
incorrecto, algo que hace el texto mucho más auténtico (y por
supuesto, no falta al respeto a nada ni a nadie y la leve crítica
social que los adultos podemos ver no es, en absoluto,
malintencionada u ofensiva, no me entandáis mal). Este autor
escribió en una época muy distinta a la nuestra, en la que las
preocupaciones eran otras y eso se plasma en el relato al que podemos
mirar desde distintas perspectivas pero que, en general, nos muestra
las aventuras de un grupo de animales simpáticos y entrañables.
Freddy es un protagonista con mucha
chispa. Listo y a la vez despistado, amigo de sus amigos, lleno de
ideas y buenas intenciones y ferviente defensor de la justicia,
consigue que el lector confié plenamente en su capacidad para
resolver los problemas y siga con mucho interés todos sus
movimientos.
Ya sabéis que creo que un buen libro
infantil debe tener humor escondido en sus páginas. Sin duda, en
este caso, no falta y si yo he sonreído con mucha frecuencia,
sospecho que, de haber sido más pequeña, habría reído,
directamente.
Finalmente, el lenguaje que se utiliza
durante toda la historia es sencillo, el ritmo bastante ágil y los
diálogos están muy presentes en toda la obra, algo que, sin duda,
los pequeños lectores agradecen. Del mismo modo, los capítulos son
cortos, permitiendo que los pequeños lectores no se cansen en exceso
a la hora de leer.
¿Por qué os cuento todo esto? Porque
creo que, aunque lo normal es recomendarlo a partir de 8 años,
muchos niños más pequeños disfrutarían mucho con él si los
adultos quisieran acompañarles en la lectura.
Este libro conserva la estructura y el
encanto de los clásicos en mucho aspectos y a nivel formal tiene
muchas de las características propias de la literatura infantil pero
es un poco grueso y creo que eso puede ser un motivo para hacer que,
si lo vemos en la librería, no nos animemos a llevarlo a casa.
Pienso que, Freddy y sus amigos se
merecen una oportunidad y también que este es uno de esos libros con
los que grandes y chicos pueden disfrutar. Yo, por lo menos, lo
incluiría dentro de los que mis padres nos leían en voz alta a los
cuatro y con los que todos nos reíamos y lo pasábamos bien.