¿Os acordáis del reto del que os hablé el otro día? Sí, sí, en
el blog Trotalibros proponían leer obras de mi querido Roald Dahl y claro, no me
pude resistir. Ya comenté que no me quedaban en casa muchas por leer pero, por
suerte, sí alguna. Las leo con calma, me gusta no conocerlas todas aún porque
sé que, así, aún me queda magia por descubrir y cada vez que me encuentro con
una de sus obras la empiezo expectante e ilusionada.
Esta vez le ha
tocado el turno a Los Cretinos y debo decir que me he reído y me ha gustado
mucho.
El señor y la
señora Cretino son un matrimonio mal avenido formado por dos personas realmente
malas y detestables. Feas, sucias por dentro y por fuera, sin nada, ni una
pizquita, de bondad, de alegría o de buen rollo. Se pasan la vida gastándose
bromas pesadas el uno al otro (muy pesadas) y haciendo la vida imposible a
cuantos les rodean. Son una pareja realmente desagradable.
Cuando empecé a
leer este libro pensé que era curioso que los protagonistas fueran,
precisamente, personajes con los que el lector no se siente identificado y
además, le resultan antipáticos. Eso me pareció original y me hizo preguntarme
qué derroteros tomaría la historia. El caso es que la historia va
evolucionando, aparecen nuevos personajes y ocurren cosas realmente divertidas,
o a mí, por lo menos, me lo han parecido.
Como todos los
libros de Roald Dahl, este también está lleno de mensajes, consejos y moralejas
y no duda en tratar con dureza a quien se lo merece. El escritor habla sin
tapujos y nos dice lo que piensa sobre ser buena o mala persona y sobre algunos
asuntos más que no quiero revelaros para no chafaros la historia.
Este es un libro
cortito que se lee con mucha facilidad y que, como todos los suyos, está lleno
de acción y agilidad. Yo lo recomiendo, claro, porque creo que puede hacer las
delicias de grandes y pequeños (la editorial lo recomienda a partir de 10 años)
y que es una lectura estupenda para hacer solos o acompañados.
Os dejo con un
pequeño párrafo del libro que a mí me ha gustado mucho y deseando que todos paséis
un fin de año estupendo, que empecéis el nuevo año con ganas y alegría y que
este os traiga muchas cosas buenas.
“Si
una persona tiene feos pensamientos, comienza a reflejarse en la cara. Y cuando
esa persona tiene feos pensamientos todos los días, todas las semanas, todos
los años, la cara se va poniendo más y más fea hasta que es tan fea que no
puedes soportar mirarla.
Una persona que tiene buenos pensamientos nunca podrá ser fea. Puede tener la nariz desviada y la boca torcida y una doble papada y los dientes hacía afuera, pero si tiene buenos pensamientos emanaran como rayos de sol y siempre se verá preciosa”.
Una persona que tiene buenos pensamientos nunca podrá ser fea. Puede tener la nariz desviada y la boca torcida y una doble papada y los dientes hacía afuera, pero si tiene buenos pensamientos emanaran como rayos de sol y siempre se verá preciosa”.