La importancia de hablar de los libros.
Normalmente se
considera que la acción de leer y el disfrute de la lectura es algo solitario,
una de tantas cosas que hacemos con nosotros mismos y en las que no participa
nadie más.
Esto es así en
muchas ocasiones, la lectura, como los viajes, nos ayudan a hablarnos y nos
obligan a escucharnos y esto es gratificante y agradable a la par que necesario.
Pero no siempre
tenemos que escondernos en nuestra biblioteca para disfrutar de los libros, es
más, conviene que, de vez en cuando, salgamos y hablemos de ellos.
Creo que, para
las personas a las que nos gusta leer, las charlas sobre libros son
tremendamente interesantes. Nos gusta recomendar y que nos recomienden y, sobre
todo, nos gusta comentar qué nos ha inspirado de una historia o un estilo, qué
nos ha transmitido una obra o por qué hemos dejado otra a medias. Descubrimos
aspectos y detalles que se nos habían pasado por alto, conocemos otras caras de
los personajes y cuestionamos nuestros puntos de vista y nuestras opiniones.
Hablar sobre libros es volver a encontrarnos con ellos. Por eso es bueno e
importante que no limitemos nuestra actividad de lectores empedernidos al sofá,
la mantita y el recogimiento.
Cuando hablamos
de literatura infantil y juvenil, no solo es bueno e importante, yo diría que
es fundamental.
Ya hemos
comentado en alguna ocasión que, aunque nuestros peques ya sepan leer, no
debemos dejar de compartir esos ratos con ellos y conviene que sigamos
acompañándoles en su camino lector. Pero llegará un momento en el que querrán
leer solos, les apetecerá disfrutar del goce que supone sumergirse, sin más
compañía que los personajes, en las páginas de un libro. En ese momento, a
nosotros, adultos, ¿ya no nos queda nada más que hacer? ¿Hemos terminado
nuestra labor de demostrarles lo divertido que es leer? ¡En absoluto! Debemos
estar orgullosos porque ellos han dado un paso más y han descubierto otra
faceta de la lectura pero, aunque ya haya personajes e historias que no quieran
compartir con nosotros, si nos retiramos ahora, estamos perdiéndonos otra
estimulante faceta de la lectura, ¡los debates!
Sabéis que yo
soy partidaria de que los adultos nos animemos a leer los libros que gustan a
las generaciones más jóvenes pero, ojo, no para cuestionarlos, criticarlos o
ejercer en ellos una censura, a veces, no muy objetiva, sino para conocerlos y
para que estos nos ayuden a entender mejor a nuestros hijos, sobrinos, nietos…
Si, además de
leerlos, nos animamos a comentarlos con ellos, entre todos podremos dar nuevas
visiones y versiones de las historias que nos han entretenido. Aprender a
opinar y debatir es algo a lo que, hoy en día, no se le da importancia sin
embargo, es una de esas herramientas que nos harán la vida más atractiva e
incluso más fácil.
Pero, incluso
aunque nunca nos animemos a leer la biblioteca juvenil de la casa, preguntarles
a ellos por la misma puede ser mucho más enriquecedor de lo que imaginamos.
Cuando un libro nos ha gustado, nos encanta hablar de él y es algo que sabemos
que no podemos hacer con todo el mundo. Solo confiamos en algunos elegidos y si
estos pueden ser personas cercanas a nosotros, mejor que mejor.
Por eso, si nos
interesamos por las lecturas de los niños y jóvenes les estamos abriendo una
puerta y les estamos ayudando a comunicarse y, si lo hacen, nosotros
conoceremos mejor sus gustos, sus anhelos y sus miedos y podremos seguir ayudándoles
y acompañándoles en el complicado viaje de hacerse mayores.