miércoles, 27 de febrero de 2013

Humildes consejos y cavilaciones de una lectora voraz.


Princesas.

         Hace tiempo que ando dándole vueltas a este tema y me gustaría que me contarais qué opináis vosotros.

         Mantengo con amigas y conocidas una discusión que me desconcierta bastante. Ellas, convencidas de que los cuentos de princesas tienen la culpa de que las niñas piensen en algún momento de su vida que tiene que llegar un príncipe a solucionarles el resto de la misma y yo insistiendo en que eso es mezclar churras con merinas y en que no creo que un cuento lleve a nadie a determinar su papel en la sociedad.

         Sé que es un tema polémico porque cuando trabajaba en la librería también vi muchas mamás que se negaban a llevar cuentos de príncipes y princesas para sus peques hablando de machismo y feminismo y haciendo que los niños y niñas que se lanzaban al mueble de los cuentos se quedaran desolados y un poco alucinados.
 

         No voy a negar estereotipos en los cuentos populares, para nada, ni tampoco que muchas de esas princesas son a veces tan cursis que rozan lo insoportable pero, sinceramente, no creo que esto tenga la culpa de nada, más bien al revés. Los cuentos son reflejo de la sociedad que representan y si las princesas son retratadas de ese modo es porque, en aquel momento, no se les permitía otro lugar ni oro papel.

         “Érase una vez, hace mucho tiempo, en un reino muy, muy lejano…” estas palabras mágicas (para mí por lo menos lo son), dejan claro y patente que lo que nos van a contar no ocurre ni en este momento ni en este lugar. Pero, no solo eso, cualquier niño sabe que los vestidos de princesa, hoy en día, son disfraces, que los reyes ya no son como entonces y que lo que escuchan es eso, un cuento y nada más.
 

         Los cuentos populares son maravillosos y además, importantes si hablamos del proceso de crecimiento y madurez de los más pequeños y a veces, cuando los defiendo, me da la sensación de que estoy haciendo algo horrible porque “así va el mundo gracias ellos”. La pobre Cenicienta (a la que, yo siempre insisto, ayudó el Hada Madrina, es decir, un personaje femenino) es persona non grata en algunos hogares y no hablemos de Aurora, la Bella Durmiente, que se limitó a dormir mientras el príncipe hacía todo el trabajo. Lo siento pero yo no creo que este tipo de historias vayan a darle una idea equivocada a ningún niño hoy en día y si lo hace será porque su entorno resalta y apoya esa visión de las princesas  y los príncipes.

         Los cuentos son cuentos, los populares, los actuales, los de niños y los de mayores (que también los hay, claro que sí) y todos ellos tienen capacidad de contarnos muchas cosas pero nosotros optamos por hacer una interpretación u otra y la realidad la decidimos y la miramos como más nos guste.
 

         Sobre machismo y feminismo habría mucho que hablar pero eso no tiene nada que ver con los cuentos y no me toca a mí hacerlo, o por lo menos, no aquí.

         En fin, mi humilde cavilación de hoy, pues, no es otra que la de que los niños, ya lo dijo Ana María Matute, no son idiotas y que somos los adultos que les queremos, los que debemos enseñarles a buscar su lugar y a respetar el de los demás.

miércoles, 20 de febrero de 2013

Primeras narraciones. Cuentos recogidos por las escuelas Waldorf.


        A veces viene bien encontrar libros de este tipo, tranquilos, suaves, con ilustraciones blanditas y coloridas que, ya desde el primer momento, prometen un ratito agradable, acogedor y entretenido.

         Esto me ha pasado a mí con la lectura que traigo hoy. Me gustó por muchas cosas, por su aspecto, por su edición, colorida y sencilla, por las ilustraciones de Conchita Botines, tan acordes al tipo de libro que es y sobre todo, claro, por sus historias, cuentos de distintos lugares del mundo, algunos muy conocidos, otros no tanto, agrupados en función de las estaciones del año.

         Y me diréis, hay miles de libros de cuentos, ¿qué tiene este de especial? A lo que os contesto que, bajo mi punto de vista, los cuentos están muy bien elegidos.

         “¡Miau! ¡Miau! – Dijo el gato.

         ¡Oh! – Dijo el patito – me parece que yo también podría maullar así.

         ¿Pero creéis que el patito pudo decir miau, miau? ¡De ninguna manera!

         Eso sí, lo intentó pero solo consiguió decir miac, miac y no sonaba nada, nada bien”.

         Nos movemos entre canciones simpáticas y rimas pegadizas y entre historias optimistas y positivas que nos harán sonreír y asentir con la cabeza. Todas de una extensión breve, lo que evita que los pequeños que las escuchen se cansen y entre las que se intercalan juegos de deditos para hacer todo más dinámico.

         Me ha gustado mucho este libro porque creo que, desde la primera página, envía mensajes alegres y sencillos, sin moralinas ni sermones, para mostrarnos un mundo amable, en el bosque, lleno de personajes entrañables que nos van a contar muchas cosas.

         “¡Patim, patam, patum,

         Andad con tiento y buen ojito!

         ¡Patim, patam, patum,

         Que no piséis a Pulgarcito!”

         ¿Os suena?

miércoles, 13 de febrero de 2013

Karl Jegger y los devoradores de piedras. Roberto P. Marcos.


         Ya sabéis que, en cuanto a literatura infantil y juvenil, me gusta leer de todo y que, aunque tengo mis libros preferidos, no me decanto por ningún género en especial. Todos me gustan, la verdad y con todos disfruto pero últimamente me apetece leer libros de aventuras, de esos que te tienen en vilo y pendiente de la acción todo el rato.

         Por eso me vino genial que me regalaran esta historia que es, sobre todo, una historia de aventuras con la que he disfrutado bastante.

         Karl Jegger es un intrépido explorador, algo excéntrico y un pelín chiflado, dispuesto siempre a cargarse su mochila al hombro y a adentrarse en tierras desconocidas para descubrir una civilización perdida, un tesoro, el origen de una leyenda… En este caso viajará a las remotas tierras de Atacama, acompañado de su primo Tony y sin sospechar que allí va a descubrir mucho más de lo que busca.

         Debo decir que este libro me ha gustado, fundamentalmente porque es una aventura trepidante que cuenta con dos protagonistas que poco a poco se van ganando la simpatía del lector. Por eso fundamentalmente lo recomiendo, es entretenido, resulta fácil de leer y la acción es absolutamente arrolladora. Es un poco como Indiana Jones, salvando las distancias.

         Ahora bien, este es el proyecto de dos escritores llenos de ilusión y como proyecto jovencito que es aún le quedan pasos por dar. A la obra, en general, le falta un poco de profundidad y coherencia y creo que sus creadores aún tendrán que pulirla un poco hasta encontrarle su lugar. Y podréis pensar, “bueno, pues que la pulan y luego la publiquen”… es un modo de verlo, sí señor, pero yo no creo que sea malo que se hayan animado a lanzarla y que poco a poco le vayan dando forma. Creo que esta primera entrega es un anticipo, como un capítulo piloto y que tanto los protagonistas de esta saga como las historias que nos cuentan irán ganando con el tiempo.

         A pesar de eso, yo la recomiendo, me he divertido leyéndola y si lo que buscamos es una historia de aventuras esta es tan válida como cualquier otra. A partir de 10 años podría ser una buena edad para ella pero con un poco de cuidado, en algunos casos es un pelín demasiado violenta.

         Os dejo la web por si queréis echar un vistazo y conocer un poco más de este intrépido aventurero.

         ¡Ah! Se me están llenando los blog de spam así que voy a cambiar el sistema de comentarios, teniendo que aprobarlos antes de que se publiquen. Perdonad que lo haga así pero no me parece justo este bombardeo indiscriminado de publicidad que ni vosotros, ni yo, tenemos por qué aguantar.

         Un abrazo a todos y nos leemos.

martes, 5 de febrero de 2013

Las hermanas Grimm. Michael Buckley.


       Yo creo que ya os he contado alguna vez que en casa somos muy de series. No vemos demasiado la tele pero cuando una serie nos gusta… uf,  nos metemos de lleno en ella.

         Pues bien, ahora mismo hay dos series que tienen de fondo los cuentos de toda la vida, una de ellas es policiaca y la otra de aventuras. Son entretenidas y aunque no son mis favoritas, me gusta verlas.

         Hace poco descubrí este libro en mi estantería y me hizo mucha gracia porque parecía que los guionistas de estas dos series se lo habían leído y habían cogido la idea para sus historias.

         Sabrina y Daphne Grimm son hermanas, tienen 11 y 7 años y desde que sus padres desaparecieron misteriosamente han ido de casa de acogida en casa de acogida y de ahí al orfanato una y otra vez. Pero eso se va a acabar ya que una señora que dice ser su abuela se ha empeñado en llevarlas a vivir con ella y eso sería estupendo si no fuera porque su abuelita murió hace años, o por lo menos, eso le dijeron sus padres a Sabrina y a Daphne. Pronto descubrirán que esta no es la única sorpresa que les espera…

         Este libro me ha gustado por muchas cosas pero, sobre todo, porque me ha parecido muy divertido. Sus páginas están llenas de personajes interesantes, de aventuras, de momentos tiernos, de humor, de más aventuras… es un libro agradable que se lee con mucha facilidad y que nos lleva lejos por dos razones, una porque cualquier libro que nos cuente una historia siempre lo hace, la otra, porque en este caso, nos acerca un poquito más a los cuentos de los hermanos Grimm.

         Supongo que si lo hubiera leído antes de conocer estas dos series me habría parecido, además, muy original y es una pena porque el libro lleva bastante tiempo en casa así que sospecho que la coincidencia del argumento con las mismas no es más que eso, una casualidad.

         En cualquier caso, ha sido un placer conocer a estas dos niñas, Sabrina, algo desconfiada pero muy valiente y Daphne, absolutamente encantadora, y a la abuelita (que además tiene una casa chulísima) y al príncipe encantado y a los tres cerditos y a algunos más. Todos han hecho interesante esta lectura.

         Me temo que no hay más libros publicados en español sobre esta extraña familia, pero seguiré buscando porque hay más y la verdad, me ha parecido que merecen la pena.

         Por cierto, sigo teniendo problemas con el ordenador, no penséis que soy una malaje, en cuanto recupere mi memoria ram (o algo así) podré volver a contestar comentarios y a pasear los blogs. De todos modos, gracias por todo lo que me contáis y por estar ahí.

 

 

miércoles, 30 de enero de 2013

Humildes consejos y cavilaciones de una lectora voraz.


¿Por qué es bueno leer?

         Tanto hablar de lecturas, de librerías y bibliotecas, de libros buenos y malos y nunca habíamos tocado este tema, ¿por qué es bueno leer? Es, desde luego, una pregunta interesante.

         Podríamos decir un millón de cosas por las que leer es bueno y recomendable. Cuando leemos aprendemos cosas nuevas, ampliamos el vocabulario, ejercitamos la mente, nos expresamos mejor, escribimos mejor… Tantas cosas, que sería imposible enumerarlas todas.

         Pero yo no quiero hablaros de esas cosas que, aunque sí son muy importantes, en mi opinión no son las que deben impulsarnos a coger un libro.

         Es cierto que todas estas son muy buenas razones, no lo niego, pero, si solo buscamos esto nos encontraremos con una barrera y es que la lectura requiere un esfuerzo y un compromiso y si las ventajas antes citadas no nos motivan lo suficiente acabaremos por cerrar el libro y dedicarnos a algo más fácil.

         Además, si os soy sincera, a mí no me parece que esto sea lo mejor de leer. Hay mil motivos pedagógicos por los cuales os podría animar a hacerlo pero para mí, lo mejor de todo, no tiene nada que ver con ninguno de ellos. Para mí, lo mejor es que me lo paso tan bien leyendo que no se me ocurre mejor razón. Con un libro a mano tengo asegurado un buen plan.

         No necesito salir a ningún lado para divertirme porque desde mi esquinita del sofá ya voy a un millón de sitios pero es que, además, tampoco necesito estar en casa para pasarlo bien leyendo porque puedo sentarme en un banco del parque y disfrutar del sol y de los árboles al mismo tiempo que de las aventuras de mis personajes favoritos.

         Leer me lleva lejos, me ayuda a evadirme si tengo problemas y a descansar de ellos un rato para, así, tratar de resolveros con la mente más clara. Si estoy triste me anima y si estoy contenta lo hace aún más.

         No tengo que pasar toda mi vida pegada a un libro pero en los mejores momentos, vacaciones, viajes, buenas noticias, me acompañan y llenan el ratito de antes de ir a dormir.

         La lectura es una de tantas conversaciones amenas y divertidas de las que disfruto con mis seres queridos. Y además, no tengo que leer sola, lo podemos hacer juntos.

         Leyendo conozco gente, monstruos, sitios bonitos y feos, costumbres de otros lugares, recetas estupendas… Es imposible explicar cuanto, cuanto abarco con un libro en las manos.

         Es muy bueno pensar que leyendo voy a saber qué significan más palabas pero os aseguro que es mucho, mucho mejor la sensación que yo tengo cuando, con mi pijamita puesto, me voy a la cama sabiendo que el día aún no ha terminado, que antes de dormir aún me queda un rato, pequeño o grande, para disfrutar de bonitas historias.

         ¿Y qué me decís de la alegría que da terminar un libro? Alegría y subidón porque lo terminamos (ya que está más que demostrado que leer, además refuerza la autoestima) y un poco de pena porque nos despedimos de quienes ya considerábamos nuestros amigos.

         ¿O de lo genial que es elegir en la librería o en la biblioteca el nuevo ejemplar para llevar a casa? ¿O, sin salir de casa, decidir cuál de todos los libros esperan en la estantería es el ideal para sumergirnos en él?

         Ya veis, la lectura tiene muchísimos beneficios objetivos y científicos pero además, ¡tiene tantos para agrandarnos el alma y llenarnos de buenos sentimientos y sensaciones!

         Por eso, yo recomiendo leer para ejercitar la mente, para escribir mejor, para aumentar el vocabulario y para todas esas razones que dan las revistas pero sobre todo, recomiendo leer porque es, de verdad, muy, muy divertido y divertirnos nos ayuda a crecer de otra manera.

         Y vosotros, ¿por qué recomendáis leer?
         No quiero acabar esta entrada sin daros las gracias por todos vuestros comentarios. Intento responderlos pero estoy teniendo un problemilla con el ordenador. Hay que cambiarle no sé qué y últimamente me resulta casi imposible escribir comentarios, en el mío o en los de otros. Tarda siglos en cargar, no aparecen las letras, cuando llevas medio comentario se vuelve a cargar la página y lo pierdes... muy divertido, vaya. Seguiré intentándolo y procuraré arreglarlo, claro, pero quería que supierais que me encantan todos vuestros comentarios. Muchas gracias, de verdad.

martes, 22 de enero de 2013

El viento en los sauces. Kenneth Grahame.


        Hace poco entré en una librería infantil  de esas que te invitan a quedarte para siempre, llena de libros preciosos y de sorpresas. Me gustó mucho pero, aún así, cuando salí de allí le dije a las personas que venían conmigo (amantes, como yo de la literatura infantil y grandes profesionales) “le falta fondo”. Nos pusimos a pensar, ¿qué quería decir con que le faltaba fondo? Pues eso, faltaban libros que, bajo mi punto de vista (muy humilde, ¿eh?), siempre, siempre, deben estar en una librería de este tipo.

         La conversación y la reflexión nos dieron para pensar que deberíamos hacer una lista de imprescindibles, clásicos y modernos, que no pueden faltar si queremos mostrar a grandes y pequeños la magia de la lectura.


         Estos días ando dándole vueltas a mi lista de imprescindibles y tratando de confeccionarla. No es sencillo, no creáis, hay tanto que no conozco… Pero entre reflexiones y paseos por mis estanterías, me he dado cuenta de que nunca os he hablado de este libro que, para mí, sí es un imprescindible y además, una historia muy especial.

         Mi ejemplar de El viento en los sauces no es de los más bonitos, pero es, sin duda, una de las joyas de mi colección. Me lo regaló Jaime hace algunos años y lo he leído y releído, subrayado y recomendado hasta la saciedad. Para que os hagáis una idea, es uno de los libros a los que recurro cuando estoy triste o preocupada por algo.

         Dicen que Kenneth Grahame inventó esta historia para su hijo Alastair que, el día que cumplía 4 años le propuso a su padre los personajes y que estuvieron disfrutando de sus aventuras hasta bien entrada la noche.

         Cansado de hacer la limpieza de primavera un topo simpático y tímido sale de su madriguera y queda fascinado por el paisaje y los placeres de la tranquila vida de la orilla del río. Pero no tiene ni idea de todo lo que esta le puede ofrecer. Por suerte, en su paseo conoce a una rata de río vivaracha y alegre que se encargará de demostrarle lo estupendo y divertido que es vivir allí.

         Básicamente, así podríamos resumir, a grandes rasgos, este librito sencillo y agradable pero tiene mucho más porque, al lado de la orilla del río está el bosque salvaje donde vive el tejón y un poquito más allá encontramos la mansión del sapo, personaje estrafalario y caprichoso que se encargará de llenar de acción todas sus apariciones.

         El viento en los sauces es una historia que alaba las cosas sencillas pero que no olvida que en la vida hay mucho más, que recomienda que nos portemos correctamente, pero que trata con humor las travesuras del sapo porque, al fin y al cabo, de todo tiene que haber y aunque hay que aprender de los errores tampoco hay necesidad de poner el grito en el cielo por todo.

         El autor combina para nosotros ratos de tranquilidad, paseos y charlas con aventuras locas y peligrosas, todo ello en un paisaje típicamente inglés, con personajes de modales típicamente ingleses y humor y reflexiones típicamente inglesas, ya veis, un libro muy inglés que nos permite viajar lejos y descansar de la rutina montando en barca con Topo y Rata o en automóvil con el inconsciente Sapo.

         ¿Es un libro para niños? Las aventuras y lo que en él se cuenta sin duda los son, ahora bien, como tantos otros clásicos imprescindibles, el lenguaje, el tono, el ritmo, etc., no son de esta época. Hoy la vida rueda más deprisa y cabe la posibilidad de que nuestros niños se aburran al leerlo. Por eso, aunque está muy bien escrito y leerlo resulta muy agradable debemos entender que no todo el mundo lo va a apreciar ni va a disfrutar entre sus letras.

         Mi consejo es que, independientemente de que el niño se anime a leerlo o no (yo creo que a partir de 10 o 12 años), juguemos con el cuento, se lo relatemos, le hablemos de los personajes y sus aventuras, lo comentemos con ellos. Hay ediciones muy bonitas de este libro y vale la pena que los peques lo conozcan. Que no nos asuste que los libros escritos en el siglo pasado tengan un lenguaje más denso y un desarrollo más pausado y que esto no nos impida disfrutar de historias bonitas y divertidas como es esta.

         Y vosotros, ¿qué libros consideráis imprescindibles en una biblioteca infantil?

 

miércoles, 16 de enero de 2013

El despertar. Silvia G. Guirado / Marta García Pérez.


           A veces entre miles de palabras, frases, dibujos y lecturas, encuentras autores que, por una u otra razón son especiales y llegan a ti en el momento justo, cuando más necesitas sus letras y cuando más tienen que contarte.

            Eso me pasa a mí con Silvia G. Guirado. Ya os conté que Carmesina, su protagonista estrella y Matilda se hicieron amigas en las redes sociales y desde entonces se pasan el día cotorreando, compartiendo tés y opinando sobre nosotras (aunque ellas creen que de esto no nos hemos dado cuenta).


            Mientras, Silvia y yo también nos hemos ido acercando y ahora compartimos proyectos, ilusiones, pasión por las lanas, recetas de magdalenas… Tuve la suerte de conocerla en persona cuando viaje a Barcelona y la sensación de que aún nos queda mucho por contarnos.

            De este viaje me traje un regalo especial, su último libro (por supuesto, con dedicatoria chachi), El despertar, en el que cambiamos de protagonistas y conocemos más de cerca a dos personajes que se acercaron a nosotros en Los colores olvidados y La inspiración dormida pero tímidamente. Esta vez vamos a saber mucho más sobre ellas y si ya las primeras veces nos parecieron grandes (a pesar del tamaño de una de ellas) ahora nos van a demostrar hasta qué punto lo son.


            Bella y Griselda viven en el mundo de los cuentos y ambas tienen ya muy organizada su historia, un príncipe azul para cada una, una vida de castillos, pajaritos, vestidos preciosos y zapatitos de tacón tremendamente incómodos, un carácter dulce, sumiso y comprensivo y aspiraciones de ser bellas y dichosas y comer perdices pos siempre jamás, ¿o no? En teoría esto es lo que su escritor ha pensado para ellas pero ninguna de las dos tiene un carácter sumiso y desde luego, sus aspiraciones no pasan por ser bellas  y dichosas sino por ser ellas mismas, con lo bueno y lo malo de cada una y vivir su vida como mejor les parezca, aunque a veces esta no sea feliz, feliz, sino real y con ratitos de todos los colores. Sobre los príncipes, uf, su idea de lo que debe ser un compañero no tiene nada que ver con los príncipes azules…

            En fin, que estas princesas no tienen ninguna gana de seguir en su cuento y valientes y decididas como son, optan venir al mundo real para conocer qué hay más allá de los cuentos y buscar su lugar.


            Como es natural, Mundo Real no es exactamente como pensaban y ellas tendrán que caminar mucho y por caminos mucho menos bonitos de lo que esperaban para ir encontrando lo que venían a buscar, ¿conseguirán no desanimarse?

            Evidentemente este no es un libro de princesas clásico, las moralejas de los hermanos Grimm esta vez quedan un poco lejos y el mensaje  del cuento es diferente pero, como entonces, muy importante.

            Bella y Griselda podríamos ser cualquiera, personas que parecen valientes y decididas todo el tiempo pero que están llenas de dudas por resolver, o tal vez, personas tímidas, que parece que se asustan si no tienen quien les de la mano pero que, a la hora de la verdad son muy capaces de cualquier cosa y que son imprescindibles y fundamentales en su silencio. Gente como vosotros y como yo, con ilusiones y miedos, con ganas de comerse el mundo y de esconderse a veces, llenos de risas y lágrimas… ¿no tenemos todos un poquito de cada? Yo creo que sí y la búsqueda de estas dos princesas no es otra que la de todos y cada uno de nosotros, la que empezamos todos los días cuando nos levantamos, cada semana, al descubrir que es lunes, al comenzar o terminar periodos y etapas. La búsqueda por conseguir que nuestra vida se parezca a lo que nos gustaría, por ser mejores, por crecer… Y una búsqueda que no esconde que hay días peores y mejores y que nosotros unas veces tenemos más fuerza, más ganas y más risas y otras más lágrimas y ninguna gana.


            Por eso me ha gustado muchísimo este libro porque, en una época en la que muchos esconden la cabeza, otros se sienten perdidos y una gran mayoría se deja llevar, Bella y Griselda me han recordado que aún queda gente dispuesta a buscar la felicidad y que esta no tiene que ver más que con nosotros mismos.

            A medida que he ido leyendo los libros de Silvia he podido apreciar su crecimiento como escritora y si siempre ha tenido una luz especial (o por lo menos a mí me lo parece) a la hora de contar historias, esta vez me ha resultado aún más cercana. En este cuento ella, como sus personajes, ha crecido y ha hablado aún más claro, con un lenguaje accesible, con diálogos frescos y simpáticos, entrelazando acción y momentos profundos y haciendo que necesitemos saber cómo van evolucionando nuestras princesas.


            Todo esto, acompañado y complementado con los preciosos dibujos de Marta García Pérez que llena de color el ambiente y nos muestra con más claridad aún si cabe la ternura, la decisión, la valentía o los miedos y las penas de estas dos protagonistas especiales.

            Este es un libro ideal para regalar y mostrar a adolescentes porque, si todos vivimos en constante búsqueda son ellos los que aún conservan esa sensibilidad diferente para entender y cuestionar la vida más allá de lo que se ve a simple vista.


            Por si quedaban dudas, este es uno de esos libros que, si se lee con la mente abierta nos va a contar mucho más y que nos recuerda que, con lo bueno y lo malo, la vida es una aventura estupenda.

            A mí no me queda más que recomendároslo muy mucho y agradecerles a Silvia y a Marta el regalo que ha sido leerlo.

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