viernes, 21 de febrero de 2014

Sopa de calabaza. Helen Cooper.


       ¿No os pasa, a veces, que veis un dibujo y os quedáis perdida e irremediablemente enamorados de él? Eso es lo que me pasó a mí cuando vi la portada de este libro. Más tarde, cuando conocí la historia que se escondía tras ella, ya solo pude incluirla en mi lista de favoritos y recomendarlo allá dónde iba.

         Un pato, una ardilla y un gato viven juntos en una cabaña del boque. Tienen una convivencia agradable y divertida y todas las noches preparan juntos una deliciosa sopa de calabaza. Cada uno tiene su tarea: el gato corta los trocitos de calabaza, el pato echa la sal y la ardilla remueve. Pero, un día, el pato piensa que quiere probar algo nuevo, ¿por qué no puede remover él la sopa? Seguro que no se imagina el lío que se va armar a causa de esta idea genial.


         Debo reconocer que Helen Cooper es una escritora que me gusta muchísimo y es así, no solo porque sus cuentos sean divertidos y muy fáciles de leer, además, trata una serie de temas importantes en la vida de los niños de manera muy natural y sencilla, dejando siempre que el lector se identifique con los sentimientos de los personajes y mostrando un claro respeto ante esas sensaciones que tienen los niños y a las que, de vez en cuando, restamos importancia cuando nos hacemos mayores.

         En este caso, un pato, una ardilla y un gato nos van a hablar de muchas cosas en un cuentito no muy largo. La convivencia y la cooperación son, seguramente, el eje central la historia. Todas y cada una de las labores que hacen los personajes son importantes para que su hogar funcione, ninguna es más importante, ni menos, que las demás, aunque pueda parecerlo.

 

         También nos encontramos con el proceso que todos vivimos cuando peleamos con alguien a quien queremos, el enfado y el orgullo dan paso a la pena, la culpabilidad por haber hecho daño y el miedo a perder a ese compañero. Ya no importa quién tenga la culpa, seguramente un poquito cada uno, ahora quisiéramos volver atrás y no darle tanta importancia a lo que no la tenía, ¿qué más da si el pato remueve la sopa? ¿Qué más da si no lo hace tan bien como la ardilla?

         Por otro lado, a mí me gusta el hecho de que se plantee la posibilidad de hacer cambios, aunque cada uno tenga su labor, aunque cada uno sea el mejor en lo suyo, podemos aprender y enseñar otras cosas, ¡eso nos enriquece a todos! Y no es tan grave que, por una o dos noches, la sopa salga un poco diferente, igual estos cambios producen innovaciones que la mejoran. A veces nos olvidamos de que la flexibilidad es tan importante como la organización para que todo fluya.



         Finalmente, estos tres amigos nos muestran la importancia de perdonar y de pedir perdón. No pasa nada si nos equivocamos, y tampoco pasa nada si los demás se equivocan, todos cometemos errores y debemos asumir que es así, tanto para nosotros como para los demás.

         Y para contarnos esta historia de cariño, amistad y convivencia la autora se apoya en unas ilustraciones que llenan todo el libro y que nos envuelven completamente. Unos dibujos tiernos y agradables, llenos de color, a la vez que tremendamente expresivos, que subrayan cada sensación y cada sentimiento que llenan sus páginas.
 



         Ya veis que, para mí, este cuento es una pequeña joyita. He tardado en enseñároslo pero os aseguro que lo he regalado y recomendado miles de veces. ¿Os apetece una sopa de calabaza?

 

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