miércoles, 20 de noviembre de 2013

Fairy Oak. Elisabetta Gnone.


         Hace poco una madre me pedía recomendaciones para su niña, tremendamente lectora y con la que empezaba quedarse sin ideas y yo, claro, recurrí a mi lista de favoritos y de “lecturas que gustan a casi todos”. La trilogía de Fairy Oak, entra en las dos categorías.

         Leí estos libros hace tiempo y, durante mis años de librera, nunca faltaron en las estanterías de la sección infantil. No duraban demasiado allí, enseguida se marchaban acompañando a algún lector intrépido, pero enseguida eran repuestos. En aquel momento eran bastante conocidos y desde luego, tenían motivos más que suficientes para serlo.

 

         Hace dos o tres años, la editorial que los publicaba se vio zarandeada por los tiempos complicados que vive el mundo del libro y esta historia fantástica quedó un poco relegada al olvido.

         No me gusta que pasen estas cosas, me da mucha pena que libros que valen la pena desaparezcan y dejen de estar al alcance de todos y supongo que por eso nunca os he hablado de las gemelas Pervinca y Vainilla, ¿para qué intrigaros si no ibais a poder conocerlas? Mal hecho por mi parte, debí hablaros de ellas hace mucho.


         Hoy, con una mezcla de alegría y coraje me he enterado de que la editorial que compró los derechos de los libros que siguieron a la trilogía (y que para mi gusto no son tan buenos) se ha hecho también con los de los tres primeros y los ha reeditado. En fin, aunque sea por medio de esta, ¡ya podréis leerlos! Y como hacía tiempo que me rondaba por la cabeza esta entrada (ya sabemos que internet es capaz de encontrarnos casi cualquier libro) no he podido retrasarla más.

         Al pueblo de Fairy Oak llega, nerviosa y emocionada, un hadita joven dispuesta a enfrentar su primer trabajo. Sifelizserédecirosloquerré (Felí para los amigos), nuestra hadita, va a ser, nada más y nada menos, que la niñera de las sobrinas de Lala Tomelilla, una gran bruja, que están a punto de nacer.

         Ella, será la encargada de contarnos esta historia en la que vamos a conocer a unas gemelas valientes, que darán sorpresas a su familia desde el primer momento y en la que no van a faltar la acción, la magia, el peligro, el humor, un malo, malísimo…


         Y diréis, ¿por qué es diferente a tantos otros? Supongo que los pequeños detalles son lo que hacen que un libro, con una temática parecida a los demás, nos resulte especial.

         Para empezar, los libros son como diarios de Felí y están llenos de etiquetas, ilustraciones llamativas y comentarios haciéndolos, de este modo, muy atractivos y dejando que los dibujos, muy cuidados, un poco barrocos y llenos de detalles, acompañen al texto y formen con él un conjunto irresistible.

         Por otro lado, el relato mantiene continuamente un buen ritmo, está lleno de misterios y los compagina a la perfección con escenas cotidianas que nos ayudan a conocer mejor a los personajes. Estos, por su parte, llenan la historia de anécdotas, sentimiento y humor.


         No voy a negar que todo sea un poco cursi a primera vista pero, adentrándonos un poco en la historia, enseguida nos quedamos enganchados a una historia donde nada es lo que parece y que nos atrapa casi desde el primer momento. Los vestidos vaporosos de los dibujos quedan contrarrestados por las aventuras y el carácter de los personajes y nos vemos en un entorno encantador pero acechados por un peligro muy oscuro.

         Toda la trilogía gira en torno a la dicotomía de la luz y la oscuridad, ¿es necesario que estén enfrentadas? ¿Pueden convivir y complementarse? En este caso, todo es aún más complejo y poco a poco iremos descubriendo la importancia de las cosas importantes, valga la redundancia, y la fuerza de las mismas, aunque a veces nos parezcan muy pequeñitas.


         Estos, para mí, son unos libros llenos de mensajes perfectamente escondidos en una historia trepidante, arrolladora, divertida y cautivadora.

         Disfruté muchísimo leyéndolos y conociendo el acogedor pueblo de Fairy Oak y sé que, muchos pequeños lectores también lo han pasado pipa con ellos por eso y porque no hay muchos libros de este tipo, os animo a que viajéis hasta le valle de Verdellano y conozcáis a todos sus habitantes; buenos, malos y regulares tienen mucho que contaros.

        Aquí os dejo un enlace interesante por si queréis saber un poco más.

 

jueves, 7 de noviembre de 2013

Humildes consejos y cavilaciones de una lectora voraz.


Por qué lo bueno de leer es difícil de explicar.

         Ya hemos hablado varias veces de por qué es bueno leer, ya hemos hablado de lo importante que es la lectura, de lo especial que es para los lectores empedernidos y de todas las ventajas que tiene para nosotros. Ya hemos comentado, en infinidad de ocasiones lo que opinan los pedagogos y los beneficios objetivos y científicos que nos reporta el sumergirnos en un libro pero, aunque parezca mentira, yo siempre tengo la sensación de que nos queda mucho por decir.

         Y es que, por más que trate de explicarlo, parece que no llego a hacerlo bien.

         No sé si habéis visto la serie The Big Bang Theory (si no lo habéis hecho, os la recomiendo muy mucho) ni si conocéis al genial y excéntrico doctor Sheldon Cooper pero, precisamente, fue un comentario suyo el que, hace poco, me hizo plantearme esta entrada que hoy os traigo. Sheldon, que es un científico importante y que posee una inteligencia muy por encima de la media pero que es incapaz de relacionarse con su entorno más cercano y con la gente como lo hacemos los demás,  ponía en duda varios Premios Nobel, entre ellos el de literatura. Cuando yo oí el comentario resoplé y Jaime, que sabe que estas cosas me enervan, se río y me comentó: “es que es complicado de explicar, objetivamente hablando, ¿qué merito tiene un Premio Nobel de literatura?”. Y tenía razón, objetivamente hablando, en un mundo y una sociedad tremendamente materialista, es muy complicado explicar el mérito de un libro que hace que tiembles hasta la entrañas.


         Entendemos perfectamente, y desde luego aplaudimos, el descubrimiento de una vacuna contra una de tantas enfermedades que hoy causan dolor, entendemos perfectamente el mérito de lanzar cohetes tripulados (por personas, si es por animales, me parece muy mal) al espacio, entendemos el mérito de conseguir que, poco a poco, la humanidad respete cada vez más derechos humanos (que ya nos vale, esto no debería ser un premio, no debería ser un mérito, debería ser una realidad inamovible) pero, ¿cómo explicamos el mérito de un buen libro? ¿Cómo justificamos que la aportación de un escritor a la sociedad y a la literatura es importante? A ver si me podéis ayudar.

         Y es que, el problema, creo yo, es que hoy en día los sentimientos y la salud y el crecimiento de los mismos no ocupan el lugar que deberían.


         Un libro, un buen libro, puede hacer mucho, muchísimo más que entretener. Un buen libro puede luchar contra las injusticias y denunciar situaciones escandalosas, puede devolver la esperanza a quien la creía perdida, puede abrirnos la puerta a lugares y sensaciones. Un libro, una historia en general, indigna, hace reír, hace llorar e, incluso,  hace que cambiemos nuestra perspectiva de algunas cosas. Nos puede ayudar a rectificar (que es de sabios) o a reafirmarnos en una opinión, nos da otros puntos de vista, nos ayuda a entender a otras personas, costumbres y culturas (o a no entenderlas nada de nada y definitivamente), nos ayuda a conocer más y mejor.

         La literatura, la música, el cine… no nos dan nada material y lo que nos dan, aparentemente, no es necesario para sobrevivir. Supongo que ahí está el problema y el error porque una vacuna, un lanzamiento espacial, el famoso bosón de Higgs (que yo no he conseguido entender de qué va pero intuyo que es muy importante) nos dan calidad de vida, son luchas e investigaciones por el bienestar del ser humano, del plantea, de los seres vivos… ¿no nos dan calidad de vida los libros? ¿No nos ayudan a hacer nuestro día a día más completo? No podemos hablar, creo, de sus beneficios objetivos pero sí sabemos que el mundo sin música sería muy triste, ¿no? Pues el mundo sin cuentos perdería algo fundamental e innato en el ser humano, la necesidad de contar y escuchar historias.


         Ya veis, los libros alimentan el alma, ayudan a curar, a crecer y a vivir por dentro. No lo vemos, no lo podemos explicar del todo pero son fundamentales para que las personas estén enteras.

         Me imagino que el problema es que a todo eso que no vemos, a nuestro interior, no le damos toda la importancia que merece y por eso puede haber quién piense que la literatura nunca aportará a la sociedad lo mismo que la medicina. Yo creo que ser feliz es uno de los objetivos de casi todas las personas y que a veces, a pesar de tenerlo todo, no la encontramos, eso, seguramente, es porque no nos enseñaron a valorar lo importante, porque no pudimos crecer por dentro porque nadie se dio cuenta de que el alma también necesita hacerse grande y de que las cosas que la hacen grande no se pueden ver, ni tocar y en un primer momento, pueden parecer hasta insignificantes.

         Sé que siempre habrá quien no me entienda pero yo sé que, gracias a los libros soy capaz de ver, entender y sentir cosas que, de otro modo, no habrían llegado a mí.

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