jueves, 12 de junio de 2014

Humildes consejos y cavilaciones de una lectora voraz

 

La importancia de hablar de los libros.

         Normalmente se considera que la acción de leer y el disfrute de la lectura es algo solitario, una de tantas cosas que hacemos con nosotros mismos y en las que no participa nadie más.

         Esto es así en muchas ocasiones, la lectura, como los viajes, nos ayudan a hablarnos y nos obligan a escucharnos y esto es gratificante y agradable a la par que necesario.

         Pero no siempre tenemos que escondernos en nuestra biblioteca para disfrutar de los libros, es más, conviene que, de vez en cuando, salgamos y hablemos de ellos.


         Creo que, para las personas a las que nos gusta leer, las charlas sobre libros son tremendamente interesantes. Nos gusta recomendar y que nos recomienden y, sobre todo, nos gusta comentar qué nos ha inspirado de una historia o un estilo, qué nos ha transmitido una obra o por qué hemos dejado otra a medias. Descubrimos aspectos y detalles que se nos habían pasado por alto, conocemos otras caras de los personajes y cuestionamos nuestros puntos de vista y nuestras opiniones. Hablar sobre libros es volver a encontrarnos con ellos. Por eso es bueno e importante que no limitemos nuestra actividad de lectores empedernidos al sofá, la mantita y el recogimiento.

         Cuando hablamos de literatura infantil y juvenil, no solo es bueno e importante, yo diría que es fundamental.

         Ya hemos comentado en alguna ocasión que, aunque nuestros peques ya sepan leer, no debemos dejar de compartir esos ratos con ellos y conviene que sigamos acompañándoles en su camino lector. Pero llegará un momento en el que querrán leer solos, les apetecerá disfrutar del goce que supone sumergirse, sin más compañía que los personajes, en las páginas de un libro. En ese momento, a nosotros, adultos, ¿ya no nos queda nada más que hacer? ¿Hemos terminado nuestra labor de demostrarles lo divertido que es leer? ¡En absoluto! Debemos estar orgullosos porque ellos han dado un paso más y han descubierto otra faceta de la lectura pero, aunque ya haya personajes e historias que no quieran compartir con nosotros, si nos retiramos ahora, estamos perdiéndonos otra estimulante faceta de la lectura, ¡los debates!

         Sabéis que yo soy partidaria de que los adultos nos animemos a leer los libros que gustan a las generaciones más jóvenes pero, ojo, no para cuestionarlos, criticarlos o ejercer en ellos una censura, a veces, no muy objetiva, sino para conocerlos y para que estos nos ayuden a entender mejor a nuestros hijos, sobrinos, nietos…


         Si, además de leerlos, nos animamos a comentarlos con ellos, entre todos podremos dar nuevas visiones y versiones de las historias que nos han entretenido. Aprender a opinar y debatir es algo a lo que, hoy en día, no se le da importancia sin embargo, es una de esas herramientas que nos harán la vida más atractiva e incluso más fácil.

         Pero, incluso aunque nunca nos animemos a leer la biblioteca juvenil de la casa, preguntarles a ellos por la misma puede ser mucho más enriquecedor de lo que imaginamos. Cuando un libro nos ha gustado, nos encanta hablar de él y es algo que sabemos que no podemos hacer con todo el mundo. Solo confiamos en algunos elegidos y si estos pueden ser personas cercanas a nosotros, mejor que mejor.

         Por eso, si nos interesamos por las lecturas de los niños y jóvenes les estamos abriendo una puerta y les estamos ayudando a comunicarse y, si lo hacen, nosotros conoceremos mejor sus gustos, sus anhelos y sus miedos y podremos seguir ayudándoles y acompañándoles en el complicado viaje de hacerse mayores.

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