viernes, 28 de diciembre de 2012

Los Cretinos. Roald Dahl.


        ¿Os acordáis del reto del que os hablé el otro día? Sí, sí, en el blog Trotalibros proponían leer obras de mi querido Roald Dahl y claro, no me pude resistir. Ya comenté que no me quedaban en casa muchas por leer pero, por suerte, sí alguna. Las leo con calma, me gusta no conocerlas todas aún porque sé que, así, aún me queda magia por descubrir y cada vez que me encuentro con una de sus obras la empiezo expectante e ilusionada.

         Esta vez le ha tocado el turno a Los Cretinos y debo decir que me he reído y me ha gustado mucho.



         El señor y la señora Cretino son un matrimonio mal avenido formado por dos personas realmente malas y detestables. Feas, sucias por dentro y por fuera, sin nada, ni una pizquita, de bondad, de alegría o de buen rollo. Se pasan la vida gastándose bromas pesadas el uno al otro (muy pesadas) y haciendo la vida imposible a cuantos les rodean. Son una pareja realmente desagradable.

         Cuando empecé a leer este libro pensé que era curioso que los protagonistas fueran, precisamente, personajes con los que el lector no se siente identificado y además, le resultan antipáticos. Eso me pareció original y me hizo preguntarme qué derroteros tomaría la historia. El caso es que la historia va evolucionando, aparecen nuevos personajes y ocurren cosas realmente divertidas, o a mí, por lo menos, me lo han parecido.



         Como todos los libros de Roald Dahl, este también está lleno de mensajes, consejos y moralejas y no duda en tratar con dureza a quien se lo merece. El escritor habla sin tapujos y nos dice lo que piensa sobre ser buena o mala persona y sobre algunos asuntos más que no quiero revelaros para no chafaros la historia.

         Este es un libro cortito que se lee con mucha facilidad y que, como todos los suyos, está lleno de acción y agilidad. Yo lo recomiendo, claro, porque creo que puede hacer las delicias de grandes y pequeños (la editorial lo recomienda a partir de 10 años) y que es una lectura estupenda para hacer solos o acompañados.



         Os dejo con un pequeño párrafo del libro que a mí me ha gustado mucho y deseando que todos paséis un fin de año estupendo, que empecéis el nuevo año con ganas y alegría y que este os traiga muchas cosas buenas.

         Si una persona tiene feos pensamientos, comienza a reflejarse en la cara. Y cuando esa persona tiene feos pensamientos todos los días, todas las semanas, todos los años, la cara se va poniendo más y más fea hasta que es tan fea que no puedes soportar mirarla.

Una persona que tiene buenos pensamientos nunca podrá ser fea. Puede tener la nariz desviada y la boca torcida y una doble papada y los dientes hacía afuera, pero si tiene buenos pensamientos emanaran como rayos de sol y siempre se verá preciosa”.

 

miércoles, 19 de diciembre de 2012

Hoy no hablamos de libros.


           No, hoy voy a cambiar de tema y voy a hacerlo en los tres blogs porque esto me parece importante.

            Ya estamos, como quien dice, en Navidad y grandes y pequeños empezamos a hacer, unos más tímidamente que otros, listas de cosas que nos gustaría que los Reyes Magos nos dejaran en el zapato el día 5 por la noche.

            Estoy segura de que en muchas cartas aparece la petición de un perrito, un gatito o una mascota de cualquier tipo. ¡Es un regalo genial! Seguramente uno de los que más ilusión hace. Cuando yo tenía 10 años los reyes me trajeron un hámster, pequeño y precioso al que, por recomendación de mi padre, llamé Plinio (no os imagináis lo que me costó aprenderme el nombre). No lo había puesto en la carta y cuando lo vi no me lo podía creer, ¡un hámster! Fue una mascota simpática que me enseñó muchas cosas de lo que conlleva tener un animal en casa, de las buenas y de las malas. A nivel personal, para mí fue una alegría.
Zar



            Debo reconocer que mis padres siempre fueron muy generosos en este sentido (y en tantos otros, claro) y a pesar del follón que suponía en muchos aspectos siempre nos dejaron tener animales en casa, tortugas, peces, roedores de varios tipos, pájaros y por fin, Zar, nuestro primer perro, pasaron por allí y nos ayudaron a cuidar de ellos cuando fue necesario. No os digo más que ahora cuidan de la tarántula de mi hermana cuando ella viaja o se traslada por trabajo, que es bastante a menudo.

            Hoy ya tengo mi casa y mi pequeña familia con Jaime, de momento compuesta por nosotros y nuestro bichillos, los conocéis, Byron y Hermione nos acompañan y aguantan con nosotros ratos buenos y malos. También tenemos un acuario con unos peces que soportan nuestros múltiples despistes estoicamente y hace unos meses despedimos a Gibbs, un lagarto al que habíamos adoptado porque sus dueños no podían cuidarlo. En casa de mis padres, además de Okara, la tarántula de la que ya os he hablado, vive Seto, al que adoptamos cuando Zar nos dejó, por una enfermedad, después de 10 años con nosotros.

Seto


            Ya veis, somos una familia muy grande.

            ¿Y por qué os cuento todo esto? Porque sé que a muchas casas llegarán nuevas mascotas estas fiestas y quiero apelar a la responsabilidad de todos,  grandes y pequeños, pero sobre todo grandes. Un animal, como mascota, es un compañero y un amigo y quien no lo sienta así no debería tenerlo. NO ES UN JUGUETE, hay que cuidarlo, mantenerlo limpio y sano, prestarle atención y darle cariño y en todo esto, hay ratos muy buenos y también un poco menos buenos. Un perro no nace sabiendo traer la pelota, ni hacer sus cosas en la calle, un pájaro canta cuando menos te apetece oírlo, un gato rompe las cortinas, un ratón no suele dar la patita y hay que limpiar su jaula con frecuencia… En fin, ¿qué os voy a contar? Estos amigos dan trabajo, ensucian, hacen ruido, no te dejan dormir y un millón de cosas no muy divertidas más. A cambio, es imposible contaros todo lo que nos dan, cómo nos hacen reír, nos entienden, nos aguantan… Yo, desde luego, no puedo expresaros lo agradecida que estoy por haber sido un poco loca y haber abierto la puerta de casa para ellos. Mi casa es un poco caótica, ¡pero nos reímos mucho! Y desde luego nos queremos con locura ;)
Byron


            Hoy en día el mercado de las mascotas es graaande y menos bonito de lo que me gustaría reconocer. Yo soy partidaria de ir a las protectoras, que están llenas y de ellas llegaron Seto y Byron pero los animales que están en las tiendas también tiene derecho a tener un hogar y lo cierto es que no se les trata tampoco muy bien. En fin, donde más os guste, pero siempre con responsabilidad, siendo conscientes de lo que hacéis y teniendo claro que la familia aumentará con todo lo bueno y malo que eso conlleva. Por favor, si no es así, ¡hay un motón de regalos bonitos para hacer! Pero las calles no se pueden seguir llenando de perros y gatos que no saben sobrevivir solos porque nacieron en cautividad, de loros y tortugas que acaban con las especies autóctonas y además no están en el mejor ambiente para ellos, de roedores con camadas enormes que se convierten en plagas. ¡Vamos a ser responsables! Si tenemos animales que sea para quererlos, cuidarlos y respetarlos y si no, no los tengamos.
Hermione


            Y por supuesto, seamos también respetuosos con los demás, que al que no le gusten, no tiene por qué aguantarlos.

            Y ya os he dado la lata bastante por hoy. Os mando un abrazo grande a todos y nos leemos.

martes, 11 de diciembre de 2012

Reto Roald Dahl.


                Hace tiempo que estoy viendo por la blogosfera gente apuntándose a este reto tan apetecible. No me había podido parar a mirarlo con calma porque como soy como el conejo de Alicia en el País de las Maravillas, todo el rato corriendo y pensando que llego tarde me había aturullado (¿veis? Igualito que el conejo).

                Por fin he decidido asomarme sin correr al blog Trotalibros y claro, ¿cómo me iba a resistir a este reto?




                El caso es que, aunque por suerte aún me quedan algunos libros por leer de este genial autor, cada vez son menos y además, la gran mayoría de los que tengo en casa ya los he reseñado así que no me ha resultado difícil elegir, ¡el único que me falta por leer y reseñar en mi estantería! Los Cretinos.



                ¡Pronto os cuento qué me ha parecido!

                Y vosotros, ¿os animáis a participar en este reto tan, tan especial?

martes, 4 de diciembre de 2012

Humildes consejos y cavilaciones de una lectora voraz.

¡Un aplauso para los cuentacuentos!

             Los cuentos siempre han formado parte de mi vida, de una manera u otra, han permanecido vinculados a mí por medio de lecturas, estudios, trabajo… Hoy, ya lo sabéis, ocupan toda mi jornada laboral y una parte importante de la personal ya que gracias a ellos he conocido a gente estupenda que ya son mucho más que contactos profesionales.

                Supongo que por eso y por desconocimiento general de esta materia, en mayor o menor medida, todo el que me conoce y sabe de mi labor me anima o me pide que le cuente un cuento. Y diréis, ¿por qué no? Debes de saber un millón de cuentos…

                Partiendo de la base de que no sé tantos y que, por suerte, aún me faltan muchos, muchos por conocer, no soy yo la persona más indicada para contar un cuento. ¿Por qué? Por muchas razones, porque soy tímida, porque hablo bajito, porque, en este aspecto, me falta expresividad y fundamentalmente, PORQUE YO NO SOY NARRADORA NI CUENTACUENTOS.



                Puedo contar un cuento en familia, o a los peques de la cuadrilla (y os aseguro que no lo hago especialmente bien) o tal vez, asesorado por uno de ellos, hacer algo facilito y poco rebuscado pero nunca, jamás, debería contar un cuento como espectáculo, no señor, sería una falta de respeto a los niños o no tan niños que me escucharan y a los narradores que para hacerlo se han preparado y se preparan todos los días.

                Hoy en día parece que cualquiera puede contar un cuento y convertir eso en su trabajo y yo quiero hacer una enérgica protesta sobre este asunto.

 Sí, todos podemos contar un cuento, todos podemos hacer que esos momentos se llenen de cariño y sean ratos preciosos para los niños a los que queremos (os aseguro que ningún cuentacuentos conseguirá superar, en este aspecto, a los momentos que me regalaron mis tías, mis padres o mis abuelos) pero no todos podemos convertir esto en una profesión. Y no solo porque creo que para eso hay que servir, que también, sino porque los buenos cuentacuentos, los grandes narradores, tienen una formación muy valiosa a sus espaldas y una preparación que les ha robado muchas horas de ensayos y estudios.

Si pensamos que para contar bien una historia basta con leerla y soltarla con más o menos gracia estamos muy equivocados. Los narradores y cuentacuentos que yo conozco y a los que estudio son personas muy formadas, que se dejan a piel en cada espectáculo, que dedican mucho tiempo a prepararlo y que saben, no solo de cuentos y de la vida, también un poco (o un mucho) de pedagogía, de psicología, de sociología…



Las personas que convertimos los cuentos y las letras en nuestro trabajo lo hacemos porque amamos ambas cosas, no porque sea un manera fácil de ganar dinero (de hecho, la mayoría de las veces no lo es) y no es justo que se menosprecie el esfuerzo y el respeto con que se tratan y que cualquiera pretenda, porque sabe hablar, ocupar ese espacio sin prepararse, sin buscar historias que valgan la pena o sin aprender a transmitirlas.

No señor, yo, que cada día aprendo un poquito más de mundo de los cuentos, quiero aplaudir desde aquí, la labor de quienes se toman tan en serio algo que lleva tan lejos y hace disfrutar tanto.

Yo no soy cuentacuentos porque para serlo hay que valer y porque hay personas que, además de valer, se preparan muy mucho para hacerlo bien.

Valoremos a los buenos narradores porque son un tesoro y valoremos su trabajo porque os aseguro que la parte que no vemos del mismo es dura, concienzuda y elaborada.

 

lunes, 3 de diciembre de 2012

Premios Libros y Literatura.


Como ya han hecho en años anteriores, el blog Libros y Literatura propone a los demás blogueros de este campo participar en un concurso muy interesantes, ¡más que interesante, diría yo! Aquí tenéis las bases si queréis animaros. Los premios son geniales y lo mejor es que no solo pueden ganar los que participen, también los que voten.

                A mí me suele dar un poco de vergüenza participar en este tipo de concursos porque normalmente los blogs que lo hacen son estupendos y bueno, una no quiere hacer el ridículo. Pero este año he pensado, ¿quién dijo miedo? Y he decidido liarme la manta a la cabeza y presentar la reseña de un libro muy especial para mí, El Gran Gigante Bonachón.
 
 

                En fin, en cualquier caso, la elección está hecha con cariño y desde luego, siempre es divertido participar en estas cosas, ¿no os parece?
 
 

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