martes, 4 de diciembre de 2012

Humildes consejos y cavilaciones de una lectora voraz.

¡Un aplauso para los cuentacuentos!

             Los cuentos siempre han formado parte de mi vida, de una manera u otra, han permanecido vinculados a mí por medio de lecturas, estudios, trabajo… Hoy, ya lo sabéis, ocupan toda mi jornada laboral y una parte importante de la personal ya que gracias a ellos he conocido a gente estupenda que ya son mucho más que contactos profesionales.

                Supongo que por eso y por desconocimiento general de esta materia, en mayor o menor medida, todo el que me conoce y sabe de mi labor me anima o me pide que le cuente un cuento. Y diréis, ¿por qué no? Debes de saber un millón de cuentos…

                Partiendo de la base de que no sé tantos y que, por suerte, aún me faltan muchos, muchos por conocer, no soy yo la persona más indicada para contar un cuento. ¿Por qué? Por muchas razones, porque soy tímida, porque hablo bajito, porque, en este aspecto, me falta expresividad y fundamentalmente, PORQUE YO NO SOY NARRADORA NI CUENTACUENTOS.



                Puedo contar un cuento en familia, o a los peques de la cuadrilla (y os aseguro que no lo hago especialmente bien) o tal vez, asesorado por uno de ellos, hacer algo facilito y poco rebuscado pero nunca, jamás, debería contar un cuento como espectáculo, no señor, sería una falta de respeto a los niños o no tan niños que me escucharan y a los narradores que para hacerlo se han preparado y se preparan todos los días.

                Hoy en día parece que cualquiera puede contar un cuento y convertir eso en su trabajo y yo quiero hacer una enérgica protesta sobre este asunto.

 Sí, todos podemos contar un cuento, todos podemos hacer que esos momentos se llenen de cariño y sean ratos preciosos para los niños a los que queremos (os aseguro que ningún cuentacuentos conseguirá superar, en este aspecto, a los momentos que me regalaron mis tías, mis padres o mis abuelos) pero no todos podemos convertir esto en una profesión. Y no solo porque creo que para eso hay que servir, que también, sino porque los buenos cuentacuentos, los grandes narradores, tienen una formación muy valiosa a sus espaldas y una preparación que les ha robado muchas horas de ensayos y estudios.

Si pensamos que para contar bien una historia basta con leerla y soltarla con más o menos gracia estamos muy equivocados. Los narradores y cuentacuentos que yo conozco y a los que estudio son personas muy formadas, que se dejan a piel en cada espectáculo, que dedican mucho tiempo a prepararlo y que saben, no solo de cuentos y de la vida, también un poco (o un mucho) de pedagogía, de psicología, de sociología…



Las personas que convertimos los cuentos y las letras en nuestro trabajo lo hacemos porque amamos ambas cosas, no porque sea un manera fácil de ganar dinero (de hecho, la mayoría de las veces no lo es) y no es justo que se menosprecie el esfuerzo y el respeto con que se tratan y que cualquiera pretenda, porque sabe hablar, ocupar ese espacio sin prepararse, sin buscar historias que valgan la pena o sin aprender a transmitirlas.

No señor, yo, que cada día aprendo un poquito más de mundo de los cuentos, quiero aplaudir desde aquí, la labor de quienes se toman tan en serio algo que lleva tan lejos y hace disfrutar tanto.

Yo no soy cuentacuentos porque para serlo hay que valer y porque hay personas que, además de valer, se preparan muy mucho para hacerlo bien.

Valoremos a los buenos narradores porque son un tesoro y valoremos su trabajo porque os aseguro que la parte que no vemos del mismo es dura, concienzuda y elaborada.

 

6 comentarios:

Meg dijo...

Totalmente de acuerdo, cualquiera no vale, creo que hasta un niño lo percibe. Vaya, yo no podría, acompañé a uno de mis sobrinos a una excursión a la biblioteca porque sus padres no podían ir y pedían que fuera algún responsable, había un cuentacuentos y recuerdo que lo pensé, tiene mucho mérito y requiere cualidades que yo no tengo. Y cada vez que coincidido en la libreria con este tipo de actividades, pienso lo mismo. Un besote!

Mertxe Costas-Bookworm dijo...

Pues no sabes cómo estoy de acuerdo contigo y lo difícil que es hacer entender a alguien que por mucho que te guste leer, no tienes que por qué desear ser escritor (por ejemplo) o ser un cuentacuentos profesional y créeme que a la gente le cuesta entenderlo.
La semana pasada asistimos a la inauguración de una pequeña exposición de ilustraciones de Teresa Herrero, que se está celebrando en Cangas y muy acertadamente las organizadoras querían (y supongo que siguen queriendo) hacer un cuentacuentos con alguno de los títulos de esta ilustradora y te aseguro que ya daban por hecho que no me iba a negar, pero sintiéndolo mucho tuve que decir que no. Me decían “si no pasa nada, es SOLO para niños" lo cual es un grave error, porque eso significa que no saben realmente cómo debe ser un cuentacuentos. El cuentacuentos debe, no sólo leer, sino interpretar, cambiar voces, gestualizar e hipnotizar a los niños mientras avanza la lectura y lamentablemente yo no sirvo para ello, además de que soy incapaz de hacer nada delante de un público por muy “bajitos” que sean. Me puede la vergüenza y es superior a mí.
Como dice mi madre “cada cosa es para lo que es y los zapatos para los pies”. Supongo que se puede aplicar a las personas.

Un beso Matilda

Conchita dijo...

Matilda, a mí me pasa lo mismo que a tí. Yo escribo cuentos pero no tengo mucha gracias para contarlos. Para Navidad me han citado en mi antiguo cole para que les cuente un cuento de los que tengo en el blog a los niños de infantil. Estoy segura de que su profesora lo hará mejor que yo. Ahora estoy dándole vueltas a la cabeza para ver de qué manera hacerselo más agradable. Contar un cuento es algo muy dificil Un abrazo muy fuerte Matilda.

Gijón dijo...

Tienes mucha razón, Matilda! Yo conozco a una cuentacuentos, a la que tengo la suerte de contar entre mis personas queridas, y sé que se ha preparado mucho para serlo. No le ha venido del alto del cielo, ha hecho talleres, se forma con su grupo de forma constante... y cuenta como yo nunca podría contar.

Gracias por esta entrada!
Un beso!

Margari dijo...

Toda la razón del mundo. No todo el mundo vale para esto. Y desde luego yo los envidio. Que he visto junto a mi pequeña a algunos muy buenos. Que eso se nota. Que los niños son el público más exigente y es fácil saber cuándo están aburridos. Un aplauso a todos los que se dedican a este trabajo tan bonito! Y que no es tan fácil, porque hay que valer, pero también prepararse.
Besotes!!!

Matilda dijo...

Me alegro de que estéis de acuerdo conmigo, chicas. A veces, cuando me piden que cuente un cuento en un negocio y yo reúso por todo esto que os cuento me miran como si estuviera loca. Me tranquiliza ver que personas que aman los cuentos tanto como yo comparten mi opinión ;)

Y cuando nos dicen que son "solo niños" es cuando más me doy cuenta de que no saben de lo que hablan. Primero, por la falta de respeto y conocimiento que conlleva esa afirmación y segundo porque son el público más sincero, agradecido y exigente, ¿no creéis?

Un abrazo muy grande a todas y gracias por venir a vernos :)

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