Efectivamente, nos acercamos peligrosamente a la noche de las brujas y Matilda también quiere disfrazarse.
Debo reconocer que soy una miedosa tremenda pero, como casi todos, me siento irresistiblemente atraída por los monstruos, las brujas, los vampiros y todos estos seres mágicos que tan pronto pueden hecernos reír como gritar de espanto.
Halloween es una fiesta importada y todavía no especialmente bien acogida por aquí, pero cada vez tiene más fuerza y hay que reconocer que a los niños les vuelve locos, así que, ¿por qué no aprovechar este gusto para aproximarles a la lectura?, ¿por qué no les contamos de dónde viene la fiesta, en que consiste y por qué el 1 de noviembre no hay que ir al cole? Aprovechemos la fascinación de los más pequeños para enseñarles mundos mágicos y tradiciones, extranjeras y nuestras. Puede ser divertido, ¿no?
A Matilda le encantan estas cosas así que el blog va a dedicar esta semana a recomendar libros de fantasmas y vampiros y a hablar sobre el tema. Luego, el fin de semana, nos esconderemos para que no nos visiten ninguno de estos seres pues, como ya hemos dicho, somos muy miedosos ;)
Hoy, para empezar suavecito, vamos a contar un cuento. Lo he encontrado buscando cosas sobre el tema y me ha gustado, aquí os lo dejo, a ver cómo lo veis.
"Hace mucho tiempo, la mayoría de los monstruos eran seres simpáticos y golosos, tontorrones y peludos que vivían felizmente en su monstruoso mundo. Hablaban y jugaban con los niños y les contaban cuentos por las noches. Pero un día, algunos monstruos tuvieron una gran discusión por un caramelo, y uno se enfadó tanto que sus furiosos gritos hubieran asustado a cualquiera. Y entre todos los que quedaron terriblemente asustados, las letras más miedosas, como la L, la T y la D, salieron corriendo de aquel lugar. Como no dejaron de gritar, las demás letras también huyeron de allí, y cada vez se entendían menos las palabras de los monstruos. Finalmente, sólo se quedaron unas pocas letras valientes, como la G y la R , de forma que en el mundo de los monstruos no había forma de encontrar letras para conseguir decir algo distinto de " GRRR!!!", "AAAARG!!!" o "BUUUUH!!!". A partir de aquello, cada vez que iban a visitar a alguno de sus amigos los niños, terminaban asustándoles; y con el tiempo, se extendió la idea de que los monstruos eran seres terribles que sólo pensaban en comernos y asustarnos.
Un día, una niña que paseaba por el mundo de los monstruos buscando su pelota, encontró escondidas bajo unas hojas a todas las letras, que vivían allí dominadas por el miedo. La niña, muy procupada, decidió hacerse cargo de ellas y cuidarlas, y se las llevó a casa. Aquella era una niña especial, pues aún conservaba un amigo monstruo muy listo y simpático, que al ver que nada de lo que decía salía como quería, decidió hacerse pasar por mudo, así que nunca asustó a nadie y hablaba con la niña utilizando gestos. Cuando aquella noche fue a visitar a su amiga y encontró las letras, se alegró tanto que le pidió que se las dejara para poder hablar, y por primera vez la niña oyó la dulce voz del monstruo.
Juntos se propusieron recuperan las voces de los demás monstruos, y uno tras otro los fueron visitando a todos, dejándoles las letras para que pudieran volver a decir cosas agradables. Los monstruos, agradecidos, les entregaban las mejores golosinas que guardaban en sus casas, y así, finalmente, fueron a ver a aquel primer monstruo gruñón que organizó la discusión. Estaba ya muy viejecito, pero al ver las letras, dio un salto tan grande de alegría que casi se le saltan los huesos. Y mirando con ternura las asustadas letras, escogió las justas para decir "perdón". Debía de llevar esperando años aquel momento, porque enseguida animó a todos a entrar en su casa, donde todo estaba preparado para una grandísima fiesta, llena de monstruos, golosinas y caramelos. Como las que se hacen en Halloween hoy día; qué coincidencia, ¿verdad?"
Un día, una niña que paseaba por el mundo de los monstruos buscando su pelota, encontró escondidas bajo unas hojas a todas las letras, que vivían allí dominadas por el miedo. La niña, muy procupada, decidió hacerse cargo de ellas y cuidarlas, y se las llevó a casa. Aquella era una niña especial, pues aún conservaba un amigo monstruo muy listo y simpático, que al ver que nada de lo que decía salía como quería, decidió hacerse pasar por mudo, así que nunca asustó a nadie y hablaba con la niña utilizando gestos. Cuando aquella noche fue a visitar a su amiga y encontró las letras, se alegró tanto que le pidió que se las dejara para poder hablar, y por primera vez la niña oyó la dulce voz del monstruo.
Juntos se propusieron recuperan las voces de los demás monstruos, y uno tras otro los fueron visitando a todos, dejándoles las letras para que pudieran volver a decir cosas agradables. Los monstruos, agradecidos, les entregaban las mejores golosinas que guardaban en sus casas, y así, finalmente, fueron a ver a aquel primer monstruo gruñón que organizó la discusión. Estaba ya muy viejecito, pero al ver las letras, dio un salto tan grande de alegría que casi se le saltan los huesos. Y mirando con ternura las asustadas letras, escogió las justas para decir "perdón". Debía de llevar esperando años aquel momento, porque enseguida animó a todos a entrar en su casa, donde todo estaba preparado para una grandísima fiesta, llena de monstruos, golosinas y caramelos. Como las que se hacen en Halloween hoy día; qué coincidencia, ¿verdad?"
Autor: Pedro Pablo Sacristan
Simpáticos los monstruos, ¿no?
La próxima entrada, cuentos para los más peques, ¿quién dijo miedo?
Me gusta mucho el disfráz de Matilda, le sienta estupendo!! y me ha gustado mucho el cuento :) ¿Quién dijo miedo?
ResponderEliminarBonita iniciativa y bonito cuento. Estaré atenta a los post de esta semana.
ResponderEliminarMe ha encantado el cuento de los monstruos y las letras: se lo contaré a mis sobrinos Fer y Paloma y........ ¡son geniales los bordados de la arpillera!
ResponderEliminarMe lo estoy pasando muy bien leyendo tu blog